jueves, 15 de enero de 2015

De cómo entender una obra de arte


Museo Guggeheim, Bilbao

Es común que cuando nos enfrentamos a una obra de arte moderno, usamos expresiones del tipo “¿y esto es arte?”, “¡esto lo hace mi sobrino de 3 años!”, “¡por eso le habrán pagado una pasta!” o “como se le va la olla a los artistas”… pero… ¿a qué se debe esto?. En muchos casos es debido a un desconocimiento del receptor, ya sea por una incapacidad de transmisión del mensaje por parte del artista, o ya sea por un desinterés en captar el mensaje por parte del observador de la obra.


Es cierto que existe una delgada línea que separa la obra de arte de la “patochada”, pero cruzarla depende mucho de las ganas de la persona que observa la obra. Y cuando somos nosotros los que estamos delante de la misma, tendríamos que preguntarnos como mínimo “¿qué ha querido transmitir el artista con esta obra?”.



El arte moderno no juega exclusivamente con la estética, si no que trata de transmitir sensaciones, y eso no es nada fácil cuando uno quiere hablar pero el otro no quiere oír.


En Bilbao, en el museo Guggenhein existe una colección fascinante de arte moderno, muchas obras de las cuales son de una gran calidad, pero siempre que uno quiera entender por qué están allí.


Hay una en concreto que destaca sobre las demás en lo que a historia se refiere desde nuestro punto de vista, la obra de la artista ya fallecida Louise Bourgeois, "Mamá".


En principio la obra es una araña enorme, un bicho muy feo que da hasta repelús. Pero si investigamos un poco más, encontramos una historia fascinante.


Louise nació en 1911 en una familia del gremio de los restauradores de tapices y paso una infancia tormentosa por una serie de desavenencias con sus padres. Su madre era tejedora.


Con este panorama, la artista realizó en 1999 (¡con 88 años!) un homenaje a su madre, quien es representada como una araña de 9 metros. “Las arañas son presencias amistosas que se alimentan de mosquitos. Todos sabemos que los mosquitos propagan enfermedades y, por lo tanto, son indeseables. Así, las arañas son útiles y protectoras, al igual que mi madre”, además de ello, el símil con el tema de la tejedora también es evidente. Pero la araña también es un animal al cual tememos, un depredador que atrapa a su víctima en su red para que no pueda escapar. En esta dualidad en la que sólo las madres pueden situarse, Bourgeois pretende que la obra no sea contemplada simplemente, si no que haya una interactuación con la misma. Es por ello que es imprescindible situarse bajo ella cuando la tenemos delante, y observar los huevos de crías que se adhieren a su abdomen. Una vez bajo sus ocho patas a modo de jaula, podemos sentir la sensación de cautividad, pero también la sensación de protección. Vemos la fiereza de una araña de 9 metros, pero al mismo tiempo la fragilidad de unas patas de escasos centímetros apoyadas de manera puntual sobre el suelo… vemos una madre, con todas las caras de la moneda.


Si tenéis la oportunidad de ver la obra, no dejéis de situaros debajo de la misma, e intentar entender qué quiso trasmitir la artista. Así ya podréis decir con conocimiento de causa “como se le va la olla a los artistas”.

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